Jesús había sido rechazado por la sociedad, traicionado y negado por sus propios seguidores, ridiculizado por sus enemigos y, al final, abandonado por todos excepto su madre y unos pocos amigos. Jesús sufrió una de las formas de ejecución más brutales jamás concebidas.
El fundador del cristianismo murió de forma trágica y prematura, una figura patética y sola en una cruz; aun así Jesús tiene millones de seguidores más que ningún otro, vivo o muerto.