¿Por qué tengo un temor fóbico al fracaso, al rechazo o la insignificancia? ¿Por qué soy tan «dado» a que me admiren, reconozcan, aprecien, validen, respeten o acepten? ¿Por qué soy un orientador, líder, promotor, socorrista, controlador o persona placentera? ¿Por qué soy un perfeccionista y adicto al trabajo? ¿Por qué los pastores son vulnerables a los romances? ¿Dónde soy más vulnerable a la tentación? ¿Cómo me guardo de la tentación? ¿Por qué tengo un tiempo difícil con relación a mis padres cuando los amo tanto? ¿Por qué a veces parecen niños? Estos y otros «misterios emocionales» pueden entenderse y resolverse en el silencio de su propio corazón sin años de terapia.