Hoy en día, muchas personas piensan que el medio más eficaz de alcanzar este mundo posmoderno para Cristo es que la iglesia se vuelva más atractiva y relevante para la cultura. Creen que la iglesia debe reinventarse, ajustar su mensaje evangélico, ser menos dogmática, más terapéutica, tolerante y entretenida. Además, afirman que la iglesia debe complacer a la cultura, asumir sus causas sociales, incluso adaptarse a ella, pero nunca oponerse a ella. Sin embargo, tal postura es totalmente ajena a las Escrituras y, por lo tanto, atenúa el poder y la bendición de Dios.
Dave Harrell, con claridad y convicción, guía a los lectores a través de las prioridades de un paradigma bíblico para el ministerio, un paradigma que trasciende los caprichos de la cultura moderna y que puede ser aplicado con confianza por ministros y líderes cristianos por igual.