Ida Scudder
(1870-1960)
Ida dió un zapatazo en el suelo. Sus amigas estaban equivocadas. "¡No seré misionera en la India, como mis padres!", refunfuñó. " No digan ninguna de ustedes que seré misionera, por que no lo seré nunca jamás". Ida no había podido olvidar los rostros de los niños, víctimas de la hambruna. Odiaba a la India, estaba llena de situaciones terribles por las que no podía hacer nada.
Ida estaba segura de nunca seguir las pisadas de su padre, médico misionero. Pero cuando vio que las mujeres indias morían por sus creencias religiosas no les permitían ser tratadas por médicos varones, Ida se sorprendió elevando una oración: "Señor, si así lo deseas, pasaré el resto de mi vida en la India para intentar ayudar a estas mujeres".
En una vida de servicio de casi 60 años, la doctora Ida encarnó la verdad y la compasión que se halla en Cristo. Fundó una facultad de medicina y un hospital prestigiosos, proporcionó asistencia sanitaria que salvó la vida de muchos campesinos y dejo un hermoso legado que sigue beneficiando a millones de personas cada año, y repartiendo salud y esperanza.