Corrie ten Boom
(1892-1983)
Las potentes luces de la comisaría de policía de Haarlem, en aquel entonces bajo el control de la Gestapo, cegaron los ojos amoratados de Corrie. Cuan acertadas resultaron las palabras de su anciano padre aquella apacible noche, antes de que el delirio de Hitler descendiera sobre Holanda: "Alemania invadirá Holanda, y seremos derrotados. Que Dios se apiade de quienes no confían en su nombre".
El estilo de vida metódico de Corrie se diluyó en la sin razón de la guerra. Con valentía y compasión, su familia, y muchísimos ciudadanos holandeses arriesgaron sus vidas para ayudar a muchos inocentes condenados a morir en un mundo preso de la locura.
El ejemplo de coraje, fe y perdón que nos brinda Corrie ten Boom sometida a unas circunstancias de brutalidad y calamidad inimaginables es la evidencia del poder sustentador de Dios.